¡¡Estoy encantadísima de que hayas hallado este blog!!



¿Y sabes por qué? Porque si lo has encontrado significa que no estabas demasiado ocupado y que a lo mejor, con tu enorme y grandiosa generosidad, podrías leer un par de los primeros capítulos- en orden claro- y adentrarte en lo que le acaba de pasar a nuestra querida jovencita.
¡¡Disfrútalo porque no vas a ser el único a quién le guste!! 
(Antes de estar aquí ha pasado por muchas críticas)
¡Y gracias!

Avril de Gruppo

Bloganda, da a conocerte

Para aquellos blogs sin éxito, recién salidos de la nada y que se dedican a escribir... ¡Ésta es vuestra oportunidad! Podéis hacer bloganda de vuestro rincón de ideas de una manera muy simple:
  •  Yo coloco vuestros enlaces en la barra del lateral, a la vista de cualquier persona, si vosotros ponéis el mío a la vista de otros blogeros en vuestro própio blog.
No es mala idea, ¿verdad? Pues eso: ¡Dejadme un comentario en esta entrada y daré a conocer vuestra nube de palabras!

CAPÍTULO I


Habían pasado tantos años que dolía recordarlos. Con tan solo a la edad de ocho tuve que soportar la peor tragedia que a una niña pequeña le podría pasar en tiempo de crisis: la muerte reciente de sus padres cara a cara con sus asesinos.
Tardé mucho en recuperarme y lo ocurrido no pudo evitar que se mostrara una enorme desconfianza hacia la gente.
Las palabras de aquellos bárbaros nunca dejarían de resonar si mis padres no volvían a la vida y ya tenía claro que su regreso iba a ser imposible.  Las imágenes, vivas en mis recuerdos, quemaban al sacarlas a la luz. El incendio fue tan rojo como la sangre que hubo: los golpearon, los ataron e incendiaron la casa de campo. Pero cuando me desmayé yo ya estaba fuera y al despertar me hallaba estirada sobre la hierba de primavera todavía mojada. Perdida en medio de aquel lugar, con la ropa manchada de sangre, recuerdo haber empezado a llorar y haber sido recogida por un mercenario. Aquel buen hombre me llevó de regreso al lugar donde pertenecía. Unos días después fui llevada a la casa del hermano de mi padre donde se me educó y cuidó hasta el día de hoy.
Y lo cierto era que pensar todo aquello me entristecía. Me hundía los días al paso del tiempo y eran duros de pasar. La tía Carmen me compraba los vestidos más bellos del mercado, cuando paseba con Leonor, una de las criadas más agradables de la casa, solo para lograr sacarme una sonrisa. Me trataba bien pero marcaba diferencias con su hija biológica, como era de esperar.
Pero entonces, el señor llegó enfadado tras haber tenido que negociar con un mandamás de la región, gritando como un cosaco y gruñendo como un león. Sin aguantarlo más, dejé la sala y entré en la biblioteca, un refugio al que ya había tomado como costumbre asistir en días así.
Entonces, cuando ya estaba frente a las estanterías con libros en las manos, las puertas se cerraron. Me di la vuelta y dejé caer dos de los tres libros que había cogido. Aquella figura esbelta, con capa larga y botas cuero cerraba el paso con un arma en la mano.
-Ah, ah, aaah. Has aparecido en el peor momento, señorita. Tal vez debió quedarse en el salón.
Cerré el puño de la mano derecha y miré hacia la ventana. Pero para entonces otra persona me agarró tapándome la boca sin un mínimo cuidado. Supe que era hombre al notar la fuerza de sus músculos.
Estaba tan agobiada por la reciente discusión con mis tíos y tan asustada por la situación, que se me escaparon algunas lágrimas.  Le mordí la mano pero entonces apretó más fuerte y me susurró:
-Si vuelve a hacer eso, señorita, no tendré otro remedio que golpearla.
Tragué saliva entre pequeños sollozos y empecé a moverme para hacer ruido. Mi única salida ahora era llamar la atención, aunque tuviera que ponerlos a ellos en peligro serían demasiados contra solo dos. Pero cuando se dieron cuenta de mis intenciones, el señorito de la puerta ya había preparado un pañuelo con morfina. Y para entonces, cuando desperté, ya estaba fuera de las paredes de mi casa.